La felicidad.
¡COMO ESTAR EN EL PARAISO...!
¿Qué es la felicidad?
¿Por qué preguntamos "qué es la felicidad"?
¿Es ese el enfoque correcto? ¿Es la correcta manera de investigar? No somos felices. Si
fuéramos felices, nuestro mundo sería por completo diferente, nuestra civilización,
nuestra cultura, serían total y radicalmente distintas. Somos seres humanos infelices,
triviales, carentes de valor, peleadores, vanos, nos rodeamos de cosas inútiles, nos
satisfacemos con ambiciones mezquinas, con el dinero y la posición social. Somos seres
desdichados, aunque podamos poseer conocimientos, dinero, casas ricas, muchos hijos,
automóviles, experiencia. Somos seres humanos tristes, sufrientes, y debido a que
sufrimos, deseamos la felicidad; y así nos dejamos arrastrar por aquellos que nos
prometen esa felicidad, social, económica o espiritual.
¿De que sirve, cuando estamos sufriendo, preguntar de qué
sirve la felicidad? ¿Podemos comprender el sufrimiento? Ése es nuestro problema, no
cómo ser felices. Somos felices cuando no estamos sufriendo: debemos, pues, comprender
qué es el sufrimiento. Pero, ¿Podemos comprender qué es el sufrimiento cuando una parte
de nuestra mente está escapando en la búsqueda de la felicidad, de una salida para la
desdicha?
(1)
Felicidad, satisfacción o conformismo.
¿Qué es lo que buscamos la mayoría de nosotros? ¿Qué es
lo que deseamos? Especialmente en este mundo inquieto, donde todos tratan de encontrar
alguna clase de paz, de felicidad, un refugio. Es importante, sin duda, averiguar qué es
lo que intentamos buscar, qué es lo que intentamos descubrir. ¿No es así?
Probablemente, la mayoría de nosotros busca una cierta clase de felicidad, cierta clase
de paz, un lugar quizás especial y mágico. En un mundo dominado por la confusión, las
guerras, las disputas, las luchas, anhelamos un refugio donde pueda haber algo de paz.
Creo que eso es lo que desea la mayoría de nosotros. Y así proseguimos la vida, colgando
de un hilo nuestra efímera y frágil felicidad.
Ahora bien, lo que buscamos, ¿es la felicidad, o buscamos
alguna clase de satisfacción, comodidad o conformismo? Hay una diferencia entre felicidad
y satisfacción. ¿Puede uno buscar la felicidad? Quizá pueda encontrar la satisfacción,
pero es obvio que no podrá encontrar la felicidad. Por lo tanto, antes de entregar
nuestras mentes y nuestros corazones a algo que exige una gran dosis de seriedad,
atención, reflexión, cuidado, debemos descubrir, ¿no es así?, qué es lo que buscamos:
si es felicidad o satisfacción y conformismo.
El verdadero gozo.
Muy pocos de nosotros disfrutamos plenamente de algo. Es muy
pequeño el júbilo que nos despierta la visión de una puesta de sol, o ver una persona
atractiva, o a un pájaro en el vuelo, o un árbol hermoso, o una bella danza. No
disfrutamos verdaderamente de nada. Miramos algo, ello nos entretiene o nos excita,
tenemos una sensación que llamamos gozo. Pero el disfrute pleno de algo es mucho más
profundo, y esto debe ser investigado y comprendido.
Para conocer el verdadero gozo, uno debe ir mucho más
profundo. El júbilo no es mera sensación. Requiere una mente extraordinariamente alerta,
que pueda ver ese "yo" que acumula más y más para sí mismo. Un "yo"
así, un ser así, jamás podrá comprender este estado de felicidad en el que no existe
"uno" que es feliz. Debemos comprender esto tan extraordinario, de lo contrario,
la vida se vuelve muy trivial, superficial y mezquina: nacer, aprender unas cuantas cosas,
sufrir, engendrar hijos, asumir responsabilidades, ganar dinero, tener un poco de
entretenimiento intelectual y después morirse.
¿Podemos buscar, perseguir la felicidad?
¿Es felicidad ser conscientes de que somos felices? En el
instante mismo en que somos conscientes de nuestra felicidad dejamos de ser felices, eso
ya no es felicidad. La felicidad, de la misma forma que el amor, no son cosas que podamos
perseguir, llegan. Pero si las buscamos, nos evadirán.
La mente y el pensamiento jamás pueden encontrar la
felicidad. La felicidad no es, como lo es la sensación, una cosa que pueda perseguirse y
encontrarse. La sensación podemos encontrarla una y otra vez, porque siempre la perdemos,
pero la felicidad no puede ser encontrada. La felicidad que podamos recordar es tan sólo
una sensación, una reacción a favor o en contra del presente. Lo que se ha terminado no
es la felicidad, la experiencia de felicidad que se ha acabado es sensación, porque el
recuerdo es pasado y el pasado es memoria y sensación. La felicidad no es sensación.
Podemos recordarla pero no revivirla. La mente, con sus recuerdos y experiencias no puede
ser feliz, el reconocimiento mismo impide el vivir el momento presente con toda la
plenitud que necesita el ser feliz.
¿Podemos hallar la felicidad por medio
de cosas?
¿Qué entendemos por felicidad? Algunos dirán que la
felicidad consiste en obtener todo lo que deseamos. Uno desea un coche, lo obtiene y es
feliz. Deseamos cosas, el logro, el éxito, llegar a ser virtuosos... y si lo conseguimos
somos felices y si no las conseguimos somos desdichados. Así, lo que muchos llaman
felicidad es obtener lo que desean.
Buscamos la felicidad por medio de cosas, de pensamientos e
ideas, a través de la relación. Por lo tanto, se vuelven sumamente importantes las
cosas, la relación y las ideas, no la felicidad. Cuando buscamos la felicidad por medio
de algo, ese algo adquiere un valor mayor que la felicidad misma. Buscamos la felicidad en
la familia, en la propiedad, en el nombre, entonces, la propiedad, la familia, el nombre,
adquieren una extrema importancia, ya que la felicidad es buscada a través de un medio;
de esa manera, el medio destruye al fin.
¿Puede la felicidad hallarse a través de algún medio, de
alguna cosa hecha por la mano o por la mente? ¡Es tan obvio que las cosas, las relaciones
y las ideas son impermanentes, que siempre terminan por hacernos desdichados! Las cosas
son impermanentes y se gastan y se pierden; la relación constituye un fricción
constante, y la muerte aguarda; las ideas y las creencias carecen de solidez, de
permanencia. Buscamos la felicidad en ellas, sin darnos cuenta de su impermanencia. Así
es como el dolor se convierte en nuestro constante compañero.
¿Cómo puede llegar a nosotros la
felicidad?
Es el "yo", es el "ego", el que desea y
quiere obtener las cosas. Es el "yo" el que disfruta, el que desea más
felicidad, el que escudriña, el que busca, el que anhela más felicidad, el que lucha, el
que se vuelve cada vez más refinado, el que jamás quiere llegar a su fin.
Sólo cuando el "yo", en todas sus sutiles formas,
llega a su fin, hay un estado de bienaventuranza que no es posible tratar de adquirir, un
éxtasis, un verdadero júbilo libre de todo sufrimiento, de toda corrupción.
Nuestro "yo" sólo es un recuerdo, un conjunto de
pensamientos sin realidad objetiva. Cuando la mente trasciende el pensamiento del
"yo", del experimentador, del observador, del pensador, puede haber entonces una
felicidad incorruptible. Esta felicidad no puede ser permanente -en el sentido con que
usamos esa palabra-, pues está más allá al tiempo y al espacio. Pero nuestra mente
está siempre buscando una felicidad que tenga permanencia, algo que perdure, que
continúe. Y ocurre que el deseo mismo de continuidad es corrupción.
Si podemos comprender el proceso de la vida y explorar el
río del conocimiento propio, comprenderlos sin condenar, sin decir que es bueno o es
malo, entonces surge una felicidad creadora que no es "tuya" ni
"mía". Esa felicidad creadora es como la luz del Sol. Si deseamos conservar la
luz del Sol para nosotros mismos, ese ya no será más el claro y cálido Sol dador de
vida. De igual manera, si deseamos la felicidad porque estamos sufriendo, porque hemos
perdido a alguien o porque no hemos tenido éxito, entonces eso es tan sólo una
reacción. Pero cuando la mente puede ir más allá, encontramos que existe una felicidad
que no pertenece a la mente, y que es el verdadero gozo, el auténtico júbilo.